Las citas como criterio de evaluación de la investigación científica

Desde la creación de las primeras revistas científicas en el siglo XVII: Le Iournal des Sçavants, Francia y Philosophical Transactions of the Royal Society en 1665, comenzó a organizarse nuevas estructuras de la comunicación científica que hicieron de las revistas científicas el canal más usado para demostrar la contribución a un área disciplinar.

Dado que las revistas científicas tienen como característica la publicación frecuente y en serie de resultados de investigaciones validados por un conjunto de expertos académicos (método de revisión por pares), de un área disciplinar, se convirtió en el medio de preferencia por los investigadores para dar a conocer sus hallazgos y, por ende, su reconocimiento al área del conocimiento en el que se desempeñan.

En ese momento la comunicación científica a través de las revistas científicas era un proceso natural, salida típica de la actividad científica, los científicos no se preocupaban por el nivel de impacto de la revista o escribir en otra lengua que no fuera la nativa, especialmente aquellos del campo de la filosofía, donde las discusiones teóricas se pierden entre pensar y escribir en diferentes lenguas.

Con la aceptación por la comunidad científica de las revistas científicas como vía más rápida para contribuir al progreso de la ciencia; en paralelo a ello, el desarrollo epistémico y teórico de la matematización del conocimiento y los estudios métricos de la información para establecer el comportamiento de la investigación científica a través del análisis de la de información científica con instrumental bibliométrico, cienciométrico e informétrico provocó, especialmente en el siglo XX  que, muchas instituciones académicas y de investigación incluyeran en la evaluación de los investigadores métodos bibliométricos que les permitiera comparar y decidir cuáles eran los grupos de investigación más prolíficos, el grado de especialización disciplinar de la institución, el nivel de impacto de las investigaciones generadas, el liderazgo científico, entre otras características de la dinámica de la investigación científica.

Al respecto, la figura de Eugene Garfield (1925-2017) fue un agente transformador en la forma de comprender y evaluar la actividad científica, sus diversos trabajos sobre “las citas” publicados en Science:

Contribuyeron, con el tiempo, a aceptar por la comunidad científica en general y por los gestores de políticas científicas a las citas como “criterio de influencia o calidad”.

En 1963 concluyó el proyecto millonario estadounidense Genetics Citation Index Project, coordinado por el destacado investigador Eugene Garfield. Se comienza a examinar por primera vez las conexiones bibliográficas entre los resultados de investigación certificados de manera automatizada y, con ello, reconocer estructuras disciplinarias de influencias científicas a partir de las citas.

Fueron varios los expertos que se preocuparon por discutir, desde diversos enfoques disciplinarios, acerca de la utilidad de los estudios de citas como herramienta para analizar las estructuras de la producción del conocimiento científico

La discusión teórica al respecto de las citas se centra en la importancia que se les atribuye. Para autores como Cole, J.R y Cole, S. (1971) las citas constituyen una medida de calidad de la investigación científica, mientras que para Small (1978) las citas representan un símbolo. Garfield expone que constituyen una medida de la importancia del documento citado. Otros, como Zuckerman (1987) y Martin, e Irvine, (1983, 1987) califican a las citas como medida de influencia. Niger (1977) y Cozzen (1989) consideran que las citas representan autoridad y persuasión, mientras que Cronin (1984) y Collin (1982) exponen la producción de citas como un proceso complejo y ambiguo. Por su parte McRoberts, y McRoberts (1989) han sido detractores del empleo de las citas como medida de la calidad de una investigación científica.

En 1968, Robert K. Merton publicó su estudio conocido como el Efecto Mateo, en el que se expone la limitación de las citas como criterio de evaluación, especialmente entre investigadores consolidados y los nuevos investigadores.

Los primeros estudios de citas que se realizaron tuvieron una connotación netamente cognitiva. Se basaron en la búsqueda de las estructuras, las conductas socio-científicas y de influencia que ejercen los resultados de la investigación

 Luego de demostrar el valor que los análisis de citas le imprimen al impacto de las investigaciones científicas, los sistemas de evaluación los adoptaron como medida relevante. Esto ha hecho que se incremente la presión sobre los investigadores por ser citados. Tales prácticas deforman el proceso natural de las citas, convirtiéndolo en una actividad ambigua, a veces endogámica y otra desleal. En la actualidad los investigadores deciden dónde publicar debido a la cantidad de citas que tenga la revista y no por la condición natural de transmitir un nuevo conocimiento.

El problema no está en el fundamento teórico de las citas como criterio útil para determinar la influencia y las relaciones entre comunidades de investigadores, sino.

  • El uso inapropiado de estas por gestores de políticas científicas para encuadrar la calidad de una investigación o para comparar entre investigadores de diversas áreas disciplinarias
  • El abuso desleal de las citas entre investigadores para mantener sus estatus académicos
  • Emplearla como única medida para evaluar la actividad científica
  • La no contextualización de las citas
  • La usencia de modelos y sistemas endógenos, desarrollados por y para la evaluación del impacto de las investigaciones de las naciones latinoamericana
  • Asociar a la cita exclusivamente, como criterio para promover incentivos a la investigación

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